martes, 4 de octubre de 2016

Carta de despedida dirigida a mi fiel amigo: Mi mascota.

Hoy partes hacia un mejor lugar y yo sufro por los hechos.

Siento rabia, tristeza e impotencia porque te fuiste de la nada.

Siento temor de olvidarte, aunque tu recuerdo me clave el dolor en lo más profundo de mi alma.

Tú, quien me enseñó que puedo ser una persona amada y que puedo amar.
Tú, con quien conocí la felicidad en la simpleza.
Mi corazón es fiel a tus sentimientos.
No te preocupes, estas lágrimas significan que agradezco todos y cada uno de los momentos compartidos contigo.

Mis lágrimas, reflejan lo mucho que te necesito, limpian mi alma de toda culpa, de toda exasperación.
Los días pasarán y con ellos el dolor menguará. 
Tu ausencia me carcome como el cáncer, incluso peor. Pero tú, mi amado, solo pensar en ti me devuelve a la vida, incluso cuando me baja de golpe de vuelta al limbo de la compañía solitaria. 

Te prometo resguardar el amor, la memoria y la esperanza de encontrarnos de nuevo, algún día, en aquel enorme prado lleno de árboles, flores y un río en los que podamos correr libres, sin rumbo, disfrutando cada segundo juntos.

De esta vida terrenal solo queda lo que fuimos, lo que entregamos y lo que los demás guardan de nosotros.  fuiste mi alma gemela, lo entregaste todo y sin embargo seguías creyendo que no era suficiente (No lo merecía, eras más de lo que alguna vez soñé), atesoraré el principio y el final, el intermedio lo continuaremos por toda la eternidad.

Te agradezco por dejarme amarte, por siempre esperarme y recibirme con alegría infinita, por acompañarme en mis momentos de tristeza (Porque con solo ofrecerme una mirada, basta para saber que estás conmigo), me hiciste sentir la persona más especial del mundo, me hiciste infinitamente feliz.

Aunque ahora muero poco a poco por tu inexistencia tangible, me derrumbo al recordar nuestros momentos juntos, como jugábamos en el parque o en casa, en cómo nos acostábamos en el suelo frío y nos abrazábamos, en ti cuando debía compartir cualquier comida contigo porque tu mirada me derretía. No negaré que me duele, me duele como mil cuchillos atravesando mi cuerpo y una máquina electrocuta mi corazón. 
Me queda el consuelo de los recuerdos, de saber que pronto nos encontraremos de nuevo.
Te amé, te amo y te amaré por toda mi vida. (Eres el ser que lo vale todo.)

Para mis perros: Sol y Tommy. La deuda que tengo con ustedes, jamás terminaré de pagarla, los amaré siempre.


Ángela Fuertes.
Cali, Colombia.

Octubre 2016

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