lunes, 16 de mayo de 2016
Concluyendo los sonetos a Jenny – Carlos Marx
I
Tómalos, toma estos cantos
en donde todo es melodía,
toma este amor que a tus pies humilde se postra.
El alma, libre se aproxima en RAYOS BRILLANTES.
¡Oh!, si el eco del canto es tan potente:
para moverse alargado con dulces DESTELLOS,
para hacer latir el pulso apasionado que
tu orgulloso corazón erguirá sublime.
Entonces de lejos seré testigo
cómo la victoria te conduce a través de la LUZ.
Entonces más valiente pelearé por todo
y mi música rugirá en lo alto
transformada mi canción sonará más libre
y en un dulce gemido llorará mi lira.
II
Para mí, no existe fama terrenal
que viaje a través de la tierra y las naciones
para tomarnos como esclavos.
Con su lejano intento de reverberación
se indigna de tus OJOS QUE RESPLANDECEN llenos.
Tu corazón, se calienta y se exalta
y dos profundas lágrimas brotan y caen,
escurren de tus OJOS por la emoción del canto.
A lo lejos mi alma exhala alegre.
En lo profundo de la lira melodiosos suspiros
y podría un gran maestro MORIR
podría yo alcanzar la exaltada meta
podría ganar el mejor premio,
para aplacar en ti el gozo y el dolor.
III
¡Ah!, ahora estas páginas pueden volar
acercándose a ti, temblando, una vez más.
Mi espíritu ha descendido
por tantos temores y DESGARRADO dolor.
Me engaño a mí mismo, me extravío
a lo largo de los más audaces senderos.
En vano, no puedo ganar eso que está tan alto
y pronto no recordaré más esperanza.
Cuando regrese de distantes lugares,
lleno de deseo, hacia el amado hogar,
un esposo te estrechará en sus brazos.
Sobre mí descenderá
el FUEGO DEL RELÁMPAGO,
de la miseria y del olvido.
IV
Audazmente me arriesgo al desprecio.
Lo profundo del alma anhela confesar,
los labios del cantor deben ARDER
para soplar en las FLAMAS de su aflicción.
¿Puedo entonces voltear y perderme
a mí mismo, tonto , desconsolado?
El puro nombre del cantante desprecias
¿no lo amas habiendo visto su rostro?
Tan altas aspiran las ilusiones del alma.
Sobre mí, tú te paras magnífica.
Mas estas tus lágrimas que yo deseo
y esos mis cantos que tú sola disfrutaste,
para dar a ellos gracia y ornamento,
entonces ellos pueden ahora desvanecerse en el vacío.
Poemas extraído del libro“La Poesía Cósmica de Tres Poetas Revolucionarios” de Fredo Arias de la Canal.
Ciudad de La Hoz
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