lunes, 16 de mayo de 2016

La poesía de Gleysa Hidalgo habla del amor, la oscuridad y los sentimientos más torpes del humano




XXXVI

En este río breve recojo estos olores, desvanecidos e inciertos
con moscas en migajas de carne, de comida y de huesos sin piel.
 
ANTAGÓNICA MORADA

Despiertas en el mar
Te sumerges y buscas respirar.
Sigue
Continúa que el agua se va haciendo más clara
Tibia
Sigue sirena; ve hacia la orilla cansada
Ya tienes tus piernas, levántate, anda que ya has llegado entre alas
Aleteos entre alturas y profundidades marinas.
Al final
Serás tú.
Seré yo.
Solo yo.



XXXV

El tiempo aquí se fuga
Se escapa de forma etérea sin olor sin sonido
Solo pasa.
El color es blanco
Las manos intuyen la bocanada de tinta y con el lápiz escupe con fuerza.

AMOR AMOR

No me abandones en este río de tinta
No sé nadar. Invócame y aparezco.

XXXIV

La escalera se retrae, en el sueño me busca en un sonido insonoro
cada vez que la veo
dudo en subir
dudo en bajar, en sentarme a descansar para seguir.
Trabajo en lograr despertarme, así; cuando lo hago:
sigo descalza
con los pies amoratados, por fortuna me despierto y los tengo blancos
como si estuvieran muertos.
Es posible que esté muerta, como los dedos de mis pies, como mis pies blancos, como el color de tu piel cuando te vi como dormida aquella noche en la que me volví a dormir.
Estoy muerta.
Y tu también.

 XXXIII

El sonido de las aves no me deja dormir
Me levanto
Me abrigo y salgo a recibir el frio aire del amanecer
Pienso
Que estarás allí
Esperándome
Te busco con la mirada y me sonrió
Para no encontrarte, cierro los ojos y allí estas
Los abro y desapareces
Ojala durmiera eternamente para eternamente tener tus ojos frente a mi
Pero entonces
pobre de mí que tengo que evocar la muerte para poder tenerte cerca
La muerte la veo cada vez más cerca
Veo más cerca mi muerte contigo
Sale el sol de nuevo. Una nueva mañana y la ilusión de volver a morirme en la noche.

XXXII

Abrazo el sonido de tu voz
Reteniéndolo
En mi memoria solamente
Isabel Isabel
No me dejas dormir en esta noche de sonidos sordos
Donde las copas se rompen sin sentido
Deslástrate del anillo de bodas
Y búscame desesperadamente a través de este bosque elegido y en mi sueño
Encuéntrame
Abraza el sonido de  mi voz
y retenlo.

XXXI

La mentira desboca al Fauno
babea
con las pupilas dilatadas y se acerca
huele el miedo
necesita rebelarse
entre el sueño y la vigilia
me grita desatando su furia
a lo lejos oigo el sonido de su flauta
y con los pies desnudos me levanto del suelo para escucharlo
presto atención:

-SILENCIO TE CONVERTIRÁS EN AGUA- me dice.

El libro abanica sus hojas
como si fueran las alas de un halcón
sonando a susurro en medio del sueño
Te levanto y te acerco a mi oído
se cierra el círculo.

XXX

Invoco el sonido del mar en mis sueños
y desvelándome en la frontera con las negras aves
dejo que la espuma en la orilla golpee y borre los pasos ya andados.
Dulce verano:
dulces rayos de sol que golpean mis hombros
Mi piel se agrieta
se enrojece
sucumbe ante el atardecer.
Debo sentarme sola en la silla del patio
a ver el oscuro reflejo de mis manos en el agua
y ver desde esa orilla
mi sueño cuando despierto.

 XXIX

Atrás en mi espalda
veo
como atraviesas el extremo de mi atardecer
y me trasnocha de nuevo mi desvelo contra la pared
me lleva arriba
me suelta
me sublevo
con miedo me retraigo
DESISTO
me arrojo en el suelo
sin decir nombre.

XXVIII

Solo me basta el recorrido de las cruces
del verde amanecer y de las cortinas levantándose al vuelo
la fragancia de tu recuerdo es
imperceptible
pero se arrastra por los rincones
hablándome desde este silencio enorme que se desborda y atraviesa las
grietas de esta casa vieja
la casa de mi pueblo
en donde los muertos retornan a verme
a decirme
que los acompañe en el viaje
que no los deje solos
enciendo una vela para alumbrarles el camino de tierra
y entre zaguanes y cipreses los veo alejarse en un
rumor de piedras
hoy

EL AMANECER ES INÚTIL

 XXVI

Olvide decirte que ayer no estuve en tu abrazo
me sumergí
en otro abrazo cálido

PADRE

no me corrompas el vestido blanco
deja que la caja de música suene siempre
no dejes de buscarme a través del tiempo

CALLA NUEVAMENTE PADRE

nadie sabe que esto no es un invierno transitorio
es solo un minuto suspendido en el cielo

 XXII

RÉQUIEM

es el entierro de la sombra
el que llega antes de que caiga la inminente noche
un cortejo fúnebre de mariposas vestidas de negro se acercan al ataud
entreabres el cofre y sacas de allí el espejo
llevándome al mismo sitio donde solías acariciarme
así rezo:
Réquiem aeternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis
y sepulto mi alma

 XV

Me envuelve un desierto de luz
buscando la sombra de una taza de café
que no quiere estar
solo encuentro un circulo oscuro

ASÍ

transgredo tu boca y la rodeo con mis dedos
intento abrir ese muro de secretos y de ausencias
de amaneceres de pájaros y sueños aun dormidos en tus labios
conviérteme en esos besos de arena
transfórmate en amanecer

 VIII

Araña:
¿Porqué tejo tu sueño en mi cuerpo
si yo
no soy tu?

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Gleysa Ostos Hidalgo (1977 – 2014). Escritora venezolana. De hondo e introvertido lirismo, reflejo de la existencia sin más. Su poesía habla del amor, la muerte, la oscuridad del ser humano, la vida misma y los sentimientos más torpes en la mujer y el hombre. Un mar de imágenes que evoca al sueño y ese mundo a través del espejo, ese paralelismo entre la vida y la muerte.

Bibliografía

Blogspot / Blog personal de Gleysa Ostos Hidalgo / Sitio web: gleysaiostoshidalgo.blogspot.com
Tumblr / Blog de Gleysa Ostos Hidalgo / Sitio web: gleysaostoshidalgo.tumblr.com

Compilación por Ciudad de La Hoz

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