Con motivo del 30º aniversario del fallecimiento de Jorge
Luis Borges se reproduce un pasaje del ensayo que el escritor y crítico Noé
Jitrik publicó en ‘Les Temps Modernes’ (Francia) y en ‘Unomásuno’ (México), en
1981.
Noé Jitrik
No cabe duda de que subsistía en mí una fascinación por
su inteligencia y su economía; incluso por su unidad; también de allí me surgió
una informulada intuición acerca de “lo que Borges vio” cuando empezó a
escribir poesía. Vio dos cosas, creo: una, cómo surge eso que ahora llamamos
“escritura”, o sea el funcionamiento de una autonomía; dos, ciertos núcleos
ideológicos que penetran toda su obra ulterior y que se refieren a cuestiones
tales como el origen (propio), la nación, la sociedad; por un lado, un fecundo
sistema productivo (de la escritura) puesto en acción; por el otro, un
obsesivo, idealizado rescate de sustancias que deben haberlo conducido, obsesivamente,
a una difusa metafísica que podría, en su caso, tener como correlato una
actitud conservadora, de cielo fijo, en el que las cosas (los valores) no
pueden cambiar de lugar.
¿Hay contradicción entre las dos líneas? Quizás sí en la
medida en que vemos a la una como radicalmente fecunda y la otra como negativa
desde cierta perspectiva humana, revolucionaria, crítica; pero tal vez se
puedan ver las cosas de otro modo, no tan maniqueo, puesto que no hay garantías
de nada en materia de punto de vista o de creencia, sobre todo si no se
formulan desde un poder; por de pronto, la contradicción podría tener otro
asiento, a saber, que si lo cerrado es el rasgo predominante de una actitud
política conservadora lo cerrado puede ser, en la escritura, la cifra o la
clave de la riqueza: supongo que existe una tendencia a considerar la
fecundidad de una escritura como basada en su apertura, su permeabilidad, su
capacidad de manifestar de inmediato lo pulsional; conjeturo, igualmente, que
tal vez una escritura rígida, asediada por la estructuración, cerrada, posea
sin embargo la virtud de iluminar un camino, tal vez aquello que reprime
atraviese, por eso mismo, como lo reprimido lo sabe hacer, la piel de la frase
perfecta y tal vez sea ese juego entre pulsiones y represiones la clave de la
fecundidad, lo que hace pensar o desear. Al revés, esto nos autorizaría a
conjurar la contradicción pensando que el mismo esquema podría valer para lo
político que podría ser visto, así, como sistema de control de algo que
desborda; correlativamente, esto no impide que, negando a la escritura
capacidad de trascender sus caracteres externos, se pueda establecer
concomitancias entre la búsqueda de cierre y de perfección y los requisitos, de
congelamiento, propios de un pensamiento político conservador. Hay diferencia,
desde luego, entre un campo y otro: si, como pretendo proponerlo, una escritura
puede ser rica a pesar de ser cerrada porque la lucha entre pulsiones y cierres
o límites resulta iluminadora, en el discurso político la clausura de las
pulsiones o, si esto es demasiado, del deseo o de lo imaginario, exalta lo
reprimido que, metonímicamente, define todo el campo, consagra un bloqueo. Lo
que vivimos como contradictorio, entonces, tomaría forma en la oposición que
reconocemos entre los efectos de su escritura y los efectos de su pensamiento
conservador; me reservo el derecho de no anular la posibilidad, en cambio, de
que no haya contradicción, por lo menos en lo superficial, dentro de lo que lo
superficial vale, entre ciertos rasgos de su escritura y ciertos rasgos de su
pensamiento conservador, aunque no me engaño, tampoco, acerca de los riesgos de
mecanicismo que pueden acechar en la persecución de esa analogía en detrimento
del análisis de la diferencia de alcance entre ambos discursos. ¿No se podría
decir más o menos lo mismo acerca de sus admirados Peguy y Bloy o Chesterton?
¿No serán ellos, con su conflicto, un modelo más perturbador que otros, más
frecuentemente invocados?
* Acceder al texto completo “Sentimientos complejos sobre
Borges” (publicado en el libro La vibración del presente –México, FCE, 1998–)
Fuente: La Izquierda Diario
Interesante artículo de Noe Jitrik sobre Borges
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