miércoles, 28 de septiembre de 2016

Poemas de Floriman Bello Forjonell

Ausente
Te siento como un pueblo escondido
hinchado de moda
de estar ciego
de estar imbécil
imbécil pero de buena marca
al ritmo de la mantequilla de maní
porque hoy también y sin duda mañana
somos una indolencia que camina
como carne a precio de bisutería
con disfraces de monóxido,  papel moneda
y uno que otro aviso clasificado.
Vives mudo
como exiliado en la ciudad desierta
-en la ciudad cierta-
en las ciudades que son tantas
no te das cuenta que limitas con la cercanía y la altura
donde ya no hay sitio para las historias de ombligo
afuera llueve otro idioma,  ya nadie ama debajo de los puentes,
habitamos en una fotografía.
Vas por las calles como carne y atuendo
cambiando la vista por la incertidumbre
y no notas que algunos lugares sirven para vivir y otros para perder la vida.                   
Reverón pinta la luz y tú cuentas las horas
eliges ser extranjero en un lugar que era tuyo
resucitas al tercer día en la ciudad telaraña como un catálogo de urbanistas
deambulas de la parada del bus al mercado de chinos.
El tiempo se encarga de revelarte
que habitas en un no lugar
en un sitio de paso
un sitio para no estar.
Pintas elegías en paredes
lo pueblas de aleluyas  y le pones precio a tu voz
hagamos un minuto de silencio por la marejada hambrienta que sigue viva
detrás de cada luz encendida
no se esconde tu mundo
sino una historia
un hijo muerto
y un pedazo menos de patria.

 (Del libro inédito: Utorquías)

~ ~ ~
Amanecer
y extrañarte así
la perfección del vacío.
Levanto el día
y siembro el sol
para no ver tu ausencia.

(Del poemario inédito: Escriturar de ti)

~ ~ ~

IV
Para tu verbo sol,
mi carne tierra
y así se hizo el séptimo día
en la eucaristía del fuego.
III
Hazme o deshazme,
talla mi madera o acenízala
pero no dejes de tomarme como ofrenda
porque tuyo es mi reino, mi verdad y mi gloria.
II
Érase una vez el tiempo
el hombre    la palabra
Érase una vez otro tiempo
la mujer
y la palabra nos hizo en silencio.

I
Érase una vez cuando tu verbo
era un camino a la fantasía
hoy es ruta infalible a la memoria
y esa certeza es mi cruz.

(Del poemario inédito: Escriturar de ti)

~ ~ ~

No credo

No creo en la muerte como pensamiento sino como sentencia
No creo en las cuatro estaciones porque aquí sólo llueve y escampa
No creo en lo inusitado de la vida porque la vejez es un pesado equipaje de los mortales
No creo en el oficio de escribir como garbo, postín literario ni como mirada trampa
No creo que el escritor muere sino que su escritura se jubila
No creo en las historias de magos, caballeros y princesas; creo en las burlonas, exageradas, extravagantes, impúdicas e ilícitas historias contadas con íntimo redoble umbilical
No creo en hacer un hoyo en la tierra, es necesario cavar la memoria como lugar poblado de voces que recorren camino
No creo en el pecado heredado ni en la sangre como sentimiento de culpa para lavar penas, creo en la rebelión que desde  la cama lanza puñaladas contra la liturgia
No creo en la palabra como remordimiento, como látigo, como consuelo, creo en la inmortalidad de un poema
No creo en panfleto como huella de canto lloriqueo de quienes farfullan y siguen hablando sobre el asfalto
No creo en la huella hueca que se devuelven en forro de teclas, Hadware, Software, no creo en la tecla Send
No creo en la lágrima de largo embalaje que se va como garúa con los mercaderes de dignidad
No creo en la burócrata fuente primitiva que nos obliga a existir como metales indefensos y sónicos mártires
No creo en la anarquía porque ya es un sistema con un club de fans y sucursal en las esquinas muertas
No creo en las modulaciones del tiempo que pasan parsimoniosos como filoxeras
No creo en aleluyas que salen de pechos oprimidos y que llegan como ánade presagiosa y desolada
No  creo en la voluptuosidad de la poesía que deja sin aliento y con una evaporación vital dando golpecitos en la espalda con razones enredadas en los párpados
No creo en la historia y sus límites anacrónicos
No creo en la utopía
No creo en frases escuetas que crecen en la página y enmudecen al amante
No creo en diástole ni sístole porque mi corazón late a la izquierda
No creo en los nombres, son una identidad sustantiva que da títulos de vida en constante exilio
No creo en la sombra
No creo en el candelario
No creo en la inexistencia
No creo en el paraíso
No creo en los privilegios de alfombras mágicas
No creo

~ ~ ~

Floriman Bello Forjonell (1983)
Barquisimeto-Lara, Venezuela.
Vanguardias En Nuestra América (VENA)

Floriman Bello Forjonell (1983) Barquisimeto, Lara. Colecciona piedras, lee a Borges aunque no lo entienda. Todos los días lee el capítulo 68 de Rayuela y no cesará hasta aprendérselo. Es profesora en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador– Instituto Pedagógico Barquisimeto (UPEL – IPB), es Magíster en Literatura Latinoamericana, promotora de la lectura. Redactora y correctora en diversas revistas literarias. Coautora de proyectos de investigación. Es fundadora y miembro del Grupo de Estudios Avanzados Vanguardias En Nuestra América (VENA). Tiene proyectos de investigación en curso: Proyecto Nacional Hacia una Teoría de lo Venezolano (ULA-Trujllo), Las Otras Palabras: Manifiestos de Retaguardia. Autora del Libro: Sin Cuentoy La formación Lectora a través de Lecto-Juegos de la Editorial Académica Española (EAE). Mantiene inédito 3 poemarios (Escriturar de ti, El Libro de los hombres y Utorquías), un libro de cuentos y un trabajo ensayístico (Lezama Lima o el cuento como excusa para el delirio). Esto es todo lo que no es.


 Ciudad de La Hoz


2 comentarios:

  1. Amiga mía, te extraño. Hoy con nostalgia te recordé y me he bañado en tu palabra poética. Abrazos, María Jiménez.

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